Todas las ciudades poseen, en su historia
particular, fechas inolvidables que constituyen sus hitos más destacados y que
han llegado hasta nosotros, pese al tiempo transcurrido, escritas con letras de
oro en el libro particular de recuerdos, tanto de la ciudad en sí como de
muchos de sus ciudadanos.
Una de estas jornadas se registró el
viernes 26 de octubre de 1934, cuando La Coruña entera se echó a la calle para recibir en
loor de multitudes al contingente expedicionario de la 16ª Compañía de Asalto,
de guarnición en la ciudad, a su regreso después de haber colaborado, de forma valerosa
y heroica, en la pacificación de Asturias tras los sucesos revolucionarios
acaecidos en fechas anteriores.
Personal del Cuerpo de Seguridad y Asalto saliendo de San Jorge |
Fue un entusiástico recibimiento que
constituyó un homenaje popular, no solo a los integrantes de la citada 16ª
Compañía, sino por extensión a todo el Cuerpo de Seguridad y Asalto por su
magnífico trabajo en defensa de los derechos y libertades de los ciudadanos de
España y del orden constitucional.
Un inmenso gentío, integrado por hombres y
mujeres de todas las edades y condiciones sociales, jalonaron el itinerario de
la fuerza expedicionaria desde su entrada a la ciudad hasta la plaza de María
Pita, sede el Palacio Municipal, donde fueron recibidos oficialmente por la
ciudad y sus primeras Autoridades.
La prensa de época hizo gala de un especial
tacto haciéndose eco, con profusión de datos y detalles, incluso de
fotografías, no solo de la llegada de la fuerza sino refiriendo también los
principales hechos de armas en los que esta se vio envuelta desde el 5 de
octubre anterior cuando llegó a la región asturiana; en este sentido destaca
especialmente el diario “La Voz
de Galicia” quien, en la primera y segunda páginas de su número 17.027,
correspondiente al día 27 de octubre, recoge un amplio reportaje sobre esta
efeméride en el que resalta el desfile, por las calles coruñesas, sobre los
vehículos de dotación de la
Unidad de los regresados de Asturias en cuyos rostros todavía
estaban patentes “las señales del
cansancio y del insomnio, algunos con huellas de lesiones aun no totalmente
aliviadas” y el ferviente entusiasmo mostrado por los coruñeses al
recibirlos.
Los efectivos pertenecientes a la 16ª
Compañía de Asalto, destinada en La
Coruña , habían salido de la ciudad, con destino a Asturias, a
principios del mes de octubre al mando del Teniente José Galán, a la vista de
la gravedad de los sucesos que se estaban produciendo en la región asturiana lo
que obligó a destacar un importante contingente de fuerzas del Ejército,
Seguridad y Asalto y Guardia Civil, para lograr restablecer el orden.
La situación revolucionaria que en aquellas
jornadas estaba viviendo el Principado es de sobra conocida como también lo es
la gloriosa intervención de los efectivos del Cuerpo de Seguridad y Asalto que,
en unión de otros Cuerpos del Ejército y de personal de la Guardia Civil y Carabineros,
lograron pacificar aquella zona en conflicto tras el golpe de Estado que,
contra el Gobierno legítimo de la
República , alentaron los partidos de izquierda y extrema
izquierda.
Desde el día 5, fecha de la llegada del
contingente expedicionario de la 16ª Compañía, el Teniente Galán solicitó al
mando se le autorizase a entrar en combate, participando activa y valerosamente
en distintos enfrentamientos, muchos de ellos contra efectivos numéricamente
superiores. Llanera, Mieres y Lugones, son localidades que han quedado impresas
en letras de molde en el glorioso historial de la 16ª Compañía de Asalto, aunque
probablemente el trance más dificultoso en el que se vio inmersa la Unidad fuese la toma de la
central telefónica de Oviedo, donde se habían hecho fuertes los sediciosos y
que supuso un especial y valeroso empeño hasta lograr desalojar, con graves
pérdidas, a los insurrectos. En esta acción resultó herido el citado Teniente
José Galán.
Consecuencia de estos combates resultaron
muertos los Guardias Emilio Méndez Rodríguez; Amador López Gay; Jeremías Álvarez
Rodríguez; Federico Segundo Ventosa y José López Seijas, este último fallecido
en un hospital de Gijón el día 26 como consecuencia de las heridas sufridas en
los enfrentamientos con los revoltosos, todos ellos destinados en la precitada
Compañía de Asalto.
Guardias de Asalto y Guardias Civiles en una intervención |
Las calles abarrotadas de público
recibieron a los héroes que se trasladaron a la iglesia de San Jorge, próxima a
la plaza de María Pita, donde se celebró un solemne funeral por el eterno
descanso de todos los muertos en la campaña. A este oficio religioso, oficiado
por el arcipreste accidental de Faro, Barro Lage, asistieron, presidiéndolo, el
General Jefe de la 8ª División Orgánica, General La Cerda ; el Gobernador Civil,
Novoa González, y otras Autoridades civiles y militares entre las que se
encontraban comisiones de Jefes y Oficiales de todos los Cuerpos de la Guarnición , así como
del Cuerpo de Seguridad y Asalto, Carabineros, Guardia Civil y Cuerpo de
Vigilancia, con el Comisario Ortiz Moreno al frente.
Junto a ellos una nutrida representación de
la vida social, cultural, académica y religiosa de la ciudad, así como numeroso
público que, desde antes de comenzar los funerales, ya abarrotaba este amplio
templo barroco de la
Pescadería coruñesa, obligando a muchos a permanecer en el
exterior del mismo ante la imposibilidad de acceder al interior.
A la conclusión del oficio religioso, tanto
los concentrados en el exterior como los asistentes a los funerales ovacionaron
a su salida a los integrantes del Cuerpo de Seguridad y Asalto así como a sus
mandos y por extensión al resto de las fuerzas del orden y del Ejército
presentes en el acto.
En medio del gentío y sin cesar en ningún
instante las muestras de fervoroso patriotismo y de cariño y reconocimiento a
los expedicionarios, estos abandonaron el templo para dirigirse en vehículos al
Palacio Municipal, en la próxima plaza de María Pita, donde fueron recibidos
oficialmente por la ciudad.
Eran las doce y media de la mañana cuando
la comitiva, encabezada por un vehículo en el que viajaba el Comandante Benítez,
jefe del Cuerpo de Seguridad y Asalto en La Coruña , acompañado de otros Oficiales del Cuerpo,
hizo su entrada en la plaza de María Pita. Le seguían dos autobuses, ocupados
por una treintena de Clases y Guardias, con el Teniente Galán a la cabeza, que
todavía mostraban en sus parabrisas numerosos impactos de bala, señales
inequívocas de los duros combates en los que la fuerza había participado; los autobuses
iban engalanados con Banderas de la República con crespones negros en señal de
recuerdo y respeto por los compañeros caídos en los combates. Al Teniente le
acompañaban el Sargento López Arias y los Cabos González Pensado; Suárez y
Villaurín.
La plaza de María Pita, el gran ágora coruñesa,
abarrotada de público, mostraba la imagen de sus jornadas más memorables.
Mujeres agitando pañuelos, hombres vitoreando y ovacionando a los
expedicionarios, acompañados de gritos de vivas a España, constituían el telón
de fondo de tan magna efeméride.
Una vez en el Ayuntamiento fueron
recibidos, además de por el General Jefe de la 8ª División Orgánica y por el
Gobernador Civil, por el Alcalde interino, Paradela, acompañado de una nutrida
representación de la
Corporación , así como por otras Autoridades y comisiones del
Cuerpo de Vigilancia, de la Guardia Civil
y de los distintos Cuerpos militares de la Guarnición. Los
expedicionarios accedieron al magno Salón de Sesiones, cuyas bancadas se
hallaban atestadas de público, donde se celebró la recepción oficial.
Tomó la palabra en primer lugar el Alcalde
quien en un ferviente discurso dio la bienvenida, en nombre de la ciudad, a los
heroicos componentes de la 16ª Compañía, a los que, en primer lugar, felicitó,
en nombre propio y en el de toda la ciudad, por su valiente contribución a la
defensa del orden y la paz tristemente interrumpida; más adelante añadió “saludo a los que habéis tenido la fortuna
de regresar ilesos de la contienda sangrienta y, a los que desgraciadamente habéis
sufrido lesiones y heridas, que son otros tantos testimonios del patriotismo
que mueve, en estas luchas, la mano armada de la milicia, para imponerse en
bien de cuantos sentimos por el solar nativo – nuestra querida España -, un
profundo amor y, por la hermandad entre los hombres, una devoción acendrada”.
Hizo, posteriormente, alusión a la
satisfacción de todos los coruñeses al recibirlos en una jornada memorable
aunque luctuosa al evocar a los que entregaron su vida en acto de servicio
constituyendo “un nuevo galardón que
ostentará el digno Cuerpo al que pertenecéis y que hace del honor y de la
disciplina, del orden y del patriotismo, un culto llevado al sacrificio de la
propia vida”.
Finalmente, como colofón a su discurso, el
Alcalde interino, tuvo sentidas palabras de recuerdo para los que entregaron su
vida “como héroes defendiendo lo
intangible: la Patria ,
el orden, la confraternidad entre los hombres, sabiendo sacrificarse en aras
del bienestar social y de la sociedad que les debe un justo tributo”.
Hizo uso de la palabra, para cerrar el
acto, el General La Cerda ,
Jefe de la 8ª División Orgánica, quien tras pronunciar la frase “por España, un abrazo” descendió de la
tribuna y abrazó al Teniente Galán, primero, y a cada uno de las Clases y
Guardias integrantes de la
Unidad expedicionaria, después.
Camioneta del Cuerpo de Seguridad y Asalto |
Terminada la recepción se sirvió un lunch
en el Salón de Turismo del Palacio Municipal y a su conclusión el General La Cerda , el Gobernador Civil y
el Alcalde acompañaron al Teniente Galán al balcón central del Palacio,
asomándose a la plaza de María Pita, en tanto que las Clases y Guardias se
asomaban desde los otros balcones del edificio; en este momento se
intensificaron los vítores y aplausos por parte del público que abarrotaba la
plaza y las ventanas de los edificios que asoman a la misma.
Terminado este popular saludo, al pie del
Ayuntamiento se formó nuevamente la comitiva para trasladar a los
expedicionarios al Cuartel de Seguridad y Asalto, sito en la calle García
Prieto; sin embargo al percatarse el público concentrado de la presencia del
Teniente Galán, en un muestra espontánea de emoción no contenida, le alzaron en
hombros trasladándolo, entre vítores, por las principales calles del centro de La Coruña hasta la plaza de
Mina, todas ellas abarrotadas de un público enfervorizado que aclamaba al
Cuerpo de Seguridad y Asalto, así como a las demás fuerzas del Orden y al
Ejército.
En la plaza de Mina se formó la comitiva
móvil encabezada por el vehículo en el que viajaba el Comandante Benítez, al
que se subió el Teniente Galán, seguido de los autocares en los que viajaban
las Clases y Guardias de la
Compañía , acompañados por miembros de la Guardia Civil y de Carabineros,
dirigiéndose todos hacia el Cuartel del Cuerpo de Seguridad, concluyendo así
esta memorable jornada.
No terminaron aquí los homenajes populares
que el pueblo de La Coruña
tributó, aquel año, al Ejército y a las Fuerzas del Orden con motivo de la
conclusión de las operaciones en Asturias; el día uno de noviembre siguiente se
organizó un magno homenaje a estas fuerzas en el que tomó parte una nutrida representación
del tejido social y cultural de la ciudad, buena prueba de ello fue el
ofrecimiento realizado por la
Agrupación artística “Ofelia Nieto” para celebrar un festival
en el Teatro Rosalía Castro; sin embargo esto ya excede de la intención del presente
trabajo motivo por el cual no vamos a entrar en detalles.
Baste recordar que como consecuencia del
heroico comportamiento del Cuerpo de Seguridad y Asalto en el apaciguamiento de
la revolución asturiana, el Gobierno de la República le concedió el más alto honor al que
puede aspirar un Instituto armado y que ya pretendía el Cuerpo desde 1925: el
derecho al uso de la
Bandera Nacional (Decreto de la Presidencia de la República de 11/06/1935)
que le fue entregada solemnemente en un acto celebrado en el madrileño parque
del Retiro el 29 de septiembre siguiente, actuando como madrina Dolores de
Aguilar Tablada, esposa del Ministro de la Gobernación.
José Eugenio Fernández Barallobre,
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