sábado, 2 de mayo de 2015

Federico Chueca y el Pasodoble Dos de Mayo.

De la genial inspiración del músico de Madrid por excelencia, Federico Chueca, nació el pasodoble El Dos de Mayo, para conmemorar el primer centenario del alzamiento del pueblo madrileño contra las tropas del arrogante masón Napoleón Bonaparte. Fue la última obra que compondría el autor de La Gran Vía, pues dos meses más tarde, en junio de 1908, fallecería el creador de los inmortales “Ratas, Menegilda y Caballero de Gracia”. “El Dos de Mayo” se estrenó  en los salones del  Círculo de Bellas Artes   en el mes de abril. Es una obra como todas las de Chueca, excelente. El pasodoble en si alcanzó gran fama a través de la Banda de Música Republicana que había sustituido con la caída del Rey Alfonso XIII a la extraordinaria Banda de los Alabarderos. En el Madrid rojo de 1936, la Banda republicana  en todos sus pasacalles y conciertos, incluía siempre  esta partitura del castizo Chueca, como homenaje a la gesta del pueblo contra el invasor francés. Eran tiempos del “No pasarán” que como demostró con su música y voz la gran vedette de revista, Celia Gámez, se quedó en una frase vacía y hueca. El 28 de marzo de 1939 las tropas Nacionales “ya hemos pasaó”, se plantaron en  el corazón atormentado de la gran capital que había sufrido tres años de penurias y asedio.

Nacido en Madrid,  el 5 de mayo de 1846, en un lugar tan castizo como la torre de los Lujanes, -la misma desde donde el Diablo Cojuelo vigilaba Madrid  y donde estuvo cautivo el rey Francisco I de Francia después de la gloriosa victoria  Pavía-, Federico Chueca es sin ningún género de dudas uno de los máximos representantes de nuestra querida zarzuela. Su gran talento, su intuición musical, su gracia y frescura, quedan patentes en muchas de sus obras. Junto a Quinito Valverde dejó escritas autenticas joyas musicales como la Marcha de la zarzuela  “Cádiz”  todo un himno en aquellos momentos de guerras ultramarinas. La zarzuela Cádiz fue estrenada el día 20 de noviembre de 1886 en el teatro madrileño de Apolo, En su argumento se evocaban las gestas del pueblo gaditano contra el invasor franchute. Con la llegada de la guerra de Cuba-Filipinas la marcha militar de Cádiz, llegó a constituir un símbolo de amor a España y a su ejército  que se reflejaba cuando las bandas militares despedían, en loor de multitud, en nuestros puertos a los contingentes de soldados que partían a defender el honor de España en aquellas queridas tierras cubano-filipinas.  Fue la música que alentó con vítores esperanzados nuestra victoria y nombres como “la Trocha de Mariel”, Pinar del Río, Cascorro, el Caney, la loma de San Juan, Santiago de Cuba, Cavite o Baler,  irán ligados ya de por vida a tan extraordinarias hazañas bélicas de nuestros soldados acompañados por la singular e irrepetible marcha de Cádiz. Es sin ambages la historia de nuestro pueblo.

La reacción que siguió a la pérdida de la contienda en 1898, con un espíritu derrotista y entreguista de nuestra sociedad,  fue brutal, e hizo que muchos españoles culpasen a la marcha de Cádiz de ser el catalizador de la exaltación patriótica de aquellas fechas.  La marcha fue proscrita y maldecida, siendo prohibida expresamente en el repertorio de las bandas militares.  Se le presentó como una música populachera. Dejó de oírse. Incluso se tejió contra ella la leyenda infame e incierta de que era un vals austriaco copiado por Chueca.

Afortunadamente las aguas regresaron a su cauce y una vez finalizada la contienda española de 1936-39, Cádiz volvió por sus fueros y sus vibrantes notas deleitaron de nuevo a un sinfín de compatriotas. En 2008 coincidiendo con el segundo aniversario del inicio de la guerra de la Independencia, la ciudad de Cádiz en su teatro Falla albergó una función extraordinaria con la puesta en escena de la Zarzuela Cádiz, interpretada por el  tenor gaditano Miguel Calvo, la algecireña Desirée Seglar y el barítono Ángel Tomás Pérez, bajo la dirección musical de  José Luis López Aranda. Fue tal el éxito que la función tuvo que repetirse al aire libre en una de las plazas más emblemáticas de la Tacita de Plata.  


Calin Fernández Barallobre. 
                                                                                                   

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.