jueves, 23 de abril de 2015

En el día de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra.

Con extraña habilidad
un soldado, poco a poco,
queriendo pintar un loco
retrató a la humanidad. 
Como dijo la verdad, 
dejó al mundo descontento, 
y, mendigando el sustento, 
murió de hambre el pobrecito, 
acusado del delito... 
de tener mucho talento. 
En obra tan singular, 
que rival no ha de tener, 
España aprende a leer, 
el mundo aprende a pensar. 
De aquel tesoro sin par, 
Cervantes, con rica vena, 
puso tanto en cada escena 
en una página sola, 
que (aun siendo la obra española) 
España la encuentra buena. 
Hoy dice el mundo (y se engaña) 
—¡pues no era manco el autor!— 
Mas quien hizo tal primor 
salió manco de campaña. 
Si por la gloria de España 
que en el Quijote se encierra 
Europa nos arma guerra, 
decid con desdén profundo: 
—El mejor libro del mundo 
lo escribió un manco en mi tierra.



Miguel de Cervantes y Saavedra está considerado como el más grande escritor español de todos los tiempos, y uno de los mejores escritores universales.


Es de creencia popular que el 29 de septiembre de 1547 Don Miguel nació en Alcalá de Henares.


Fue bautizado en la iglesia de Santa María el 9 de octubre de 1547, siendo el cuarto de siete hijos del matrimonio compuesto por el cirujano-barbero Rodrigo de Cervantes y de Leonor de Cortinas.


Con toda probabilidad cursó sus estudios con los jesuitas en Córdoba o Sevilla y quizás en Salamanca. Durante su adolescencia vivió en distintas ciudades españolas (Madrid, Sevilla).

Al cumplir los veinte años, abandonó España para probar fortuna en Roma, ciudad donde estuvo al servicio del cardenal Acquaviva a quien siguió por Palermo, Milán, Florencia, Venecia, Parma y Ferrara.
Abandonará al cardenal para ocupar plaza de soldado en la compañía del capitán Diego de Urbina, del tercio de Miguel de Moncada, participando en 1571 en la batalla de Lepanto “la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros”. Fue en esta batalla, donde perdió el movimiento del brazo izquierdo, por lo que fue llamado el Manco de Lepanto. Reanudó su vida militar, tomando parte en las expediciones navales de Navarino, Corfú, Bizerta y Túnez que tuvieron lugar entre 1572 y 1573, bajo el mando del capitán Manuel Ponce de León y en el tercio de Lope de Figueroa. A su regreso desde Nápoles a España, en el año 1575, fue apresado a la altura del golfo de Rosas junto a su hermano Rodrigo por corsarios y trasladado a Argel, donde sufrió cinco años de cautiverio de 1575 a1580 y en los cuales realizó hasta tres intentos de fuga, uno de ellos en el que invirtió una importante suma de dinero que le entregó un mercader valenciano que estaba en Argel. Cervantes con ello adquirió una fragata capaz de transportar a sesenta cautivos cristianos. Cuando todo estaba preparado para la fuga, uno de los que debían ser liberados, el ex dominico doctor Juan Blanco de Paz, reveló todo el plan a Azán Bajá. Como recompensa el traidor recibió un escudo y una jarra de manteca. Entre todos esos planes de fuga, la madre de Cervantes logró reunir 200 escudos con los que pagó por orden de Miguel el rescate de su otro hijo Rodrigo. En 1580 los monjes Trinitarios llegaron a Argel para iniciar las gestiones de liberar cautivos. Precisamente gracias al rescate pagado por el fraile de la orden fray Juan Gil que reunió entre los mercaderes cristianos la cantidad de 200 escudos que unidos a los 300 que él llevaba completaron la cantidad de 500 escudos exigidos para la liberación del escritor cuando ya se hallaba amarrado y engrilletado a un duro banco de un agalera turca que se disponía a zarpar con rumbo a Constantinopla. El 27 de octubre Cervantes llegó a las costas españolas y desembarca en Denia (Valencia) su cautiverio ha durado en total cinco años y un mes.

Partió hacia Madrid y a su llegada, se encontró a su familia en la más completa ruina. A principios de 1584, tuvo escarceos amorosos con Ana Villafranca un joven de 19 años casada con un asturiano que regentaba una taberna en la calle Tudescos. En otoño del mismo año, cuando se acababa de prometer con su futura esposa Catalina, nació su hija Isabel, hecho que el escritor ocultó durante algún tiempo. Muchos años después, el escritor le dio su segundo apellido, Saavedra. En septiembre de 1584, cuando Cervantes contaba 37 años, realizó un viaje a Esquivias (Toledo) y allí conoció a la joven hidalga de 19 años llamada Catalina de Salazar y Palacios; el flechazo fue instantáneo y prometieron casarse en ese mismo año. Abandonó Esquivias dejando a su mujer en el pueblo y se dirigió a otros lugares de España para buscarse la vida. Catalina liquidó la herencia materna en provecho de sus hermanos y le acompañó a Valladolid. Ya no se volvieron a separarse hasta la muerte. 

En 1585 Don Miguel publica La Galatea y lucha, sin éxito, por destacar en el teatro. Sin medios para vivir, marcha a Sevilla para tomar posesión del puesto de comisario de abastos para la Armada Invencible y recaudador de impuestos. Allí se verá privado de su libertad siendo encarcelado por irregularidades en sus cuentas. Cuando es puesto en libertad se traslada a Valladolid. De nuevo es encarcelado a causa de la muerte de un hombre delante de su casa. En 1606 regresa a Madrid. Vive con apuros económicos y se entrega a la creación literaria. 

Entre 1590 y 1612 escribió una serie de novelas cortas que, después del reconocimiento obtenido con la primera parte del Quijote en 1605, acabaría reuniendo en 1613 en la colección de Novelas ejemplares. Esta colección se inicia con La gitanilla, fantasía poética creada en torno a la figura de Preciosa y la relación entre la gitanilla y un joven capaz de renunciar a su alcurnia por amor. En contraste con tan romántico marco está El amante liberal, novela bizantina de amor y aventuras, con las adversidades que Ricardo y Leonisa han de superar antes de su matrimonio. Completan la colección los simpáticos rufianes Rinconete y Cortadillo, La española inglesa, El licenciado Vidriera, La fuerza de la sangre, El celoso extremeño, La ilustre fregona, Las dos doncellas, La señora Cornelia, El casamiento engañoso y El coloquio de los perros
Don Quijote de la Mancha, considerada obra universal, se cree que la comenzó a escribir mientras se encontraba en la cárcel a finales del siglo XVI. En el verano de 1604 estaba terminada la primera parte, que apareció publicada a comienzos de 1605 con el título de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha y tuvo un éxito inmediato.

En 1614 aparecía en Tarragona la continuación apócrifa escrita por alguien oculto en el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, quien acumuló en el prólogo diversos insultos contra Cervantes. Por entonces éste llevaba muy avanzada la segunda parte de su inmortal novela. La terminó muy pronto, acuciado por el robo literario y por las injurias recibidas. Por ello, a partir del capítulo 59, no perdió ocasión de ridiculizar al falso Quijote y de asegurar la autenticidad de los verdaderos don Quijote y Sancho.

Esta segunda parte apareció en 1615 con el título de El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. En 1617 las dos partes se publicaron juntas en Barcelona. Y desde entonces el Quijote se convirtió en uno de los libros más editados del mundo y, con el tiempo, traducido a todas las lenguas con tradición literaria. En 2002, esta obra literaria fue votada como la mejor de la historia en una votación en la que participaron 100 escritores de 54 nacionalidades diferentes. Cervantes no creía que ésta fuera su mejor obra pensando que lograría más fama por otros escritos como las Novelas Ejemplares.

Cervantes afirmó varias veces que su primera intención era mostrar a los lectores de la época los disparates de las novelas de caballerías. En efecto, el Quijote ofrece una parodia de las disparatadas invenciones de tales obras. Pero significa mucho más que una invectiva contra los libros de caballerías. Creó dos personajes que se han quedado para siempre entre nosotros. Es la forma de sentir y vivir de los hispanos reflejados en sus dos personajes centrales Don Quijote y Sancho. Uno ejemplariza la entrega a la defensa del desvalido de forma noble y caballerosa. El otro apegado a los valores materiales, pero dotado de una importante gramática “parda”. Es más, Cervantes ofrece asimismo un panorama de la sociedad española en su transición de los siglos XVI al XVII, con personajes de todas las clases sociales, representación de las más variadas profesiones y oficios, muestras de costumbres y creencias populares.

En sus últimos años publica además de las Novelas ejemplares (1613), el Viaje del Parnaso (1614), Ocho comedias y ocho entremeses (1615). El triunfo literario no lo libró de sus penurias económicas. Durante sus últimos meses de vida, se dedicó a Los trabajos de Persiles y Segismunda (de publicación póstuma, en 1617).

En 1616, enfermó de hidropesía, en abril profesa en la Orden Tercera. El 18 del mismo mes recibe los últimos sacramentos y el 19 redacta, "puesto ya el pie en el estribo", su último escrito: la dedicatoria del Persiles.

Miguel de Cervantes Saavedra falleció el 23 de abril de 1616 en Madrid y pidió ante de fallecer ser enterrado en el convento de la Trinitarias Descalzas de la actual calle de Lope de Vega por tres motivos: era vecino del barrio pues residía en la calle del León, esquina con Francos, hoy Cervantes; tenía una gran amistad con las monjas protegidas del conde de Lemos, a quien Cervantes dedicó el Quijote; y en el convento profesaba su hija natural, Isabel de Saavedra, que asumió el nombre de Sor Antonia de San José. Cervantes fue enterrado con el sayal franciscano.. Solo conservaba seis dientes, tenía la columna vertebral combada y acusaba los impactos en el esternón de los pelotazos de plomo de arcabuz recibidos en la batalla de Lepanto en 1571. Diez años después, el 30 de octubre de 1626, se hizo sitio para acoger el cuerpo de Catalina. Los dos cadáveres permanecieron bajo la nave hasta que, en 1671, el viejo convento fue derribado y sobre sus cimientos se levantó uno nuevo. En 2015 un grupo de investigadores forenses descubrieron restos de Miguel de Cervantes y de su esposa Catalina Salazar mezclados con otros de diecisiete personas fallecidas y enterradas entre 1612 y 1630 de la iglesia primitiva de las Trinitarias, ubicada al contrario de lo que se pensaba hasta ahora en un lugar distinto al actual, y que fueron trasladados a la cripta entre 1698 y 1730, en el momento en que estaban terminando las obras de construcción del convento. 

Calin Fernández Barallobre

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