Una curiosidad histórica: el lunes de aguas.

En 1497 se crea en Salamanca una casa conocida como mancebía debido a la numerosa presencia de mujeres de “vida alegre” en la ciudad. La mancebía, que fue sometida a concurso mediante pregón, se situó al lado del Colegio de Fonseca y se establecieron ciertas normas a las que debían someterse estas mujeres: la profesión no podía ser ejercida por casadas, con padres en la ciudad, ni tampoco por mulatas.

Antes del anochecer, las mujeres debían recogerse en esta casa y permanecer en ella toda la noche. Aquellas que ejerciesen su oficio en vía pública o saliesen a recorrer las calles de la ciudad debían llevar las puntillas de sus enaguas de color gris parduzco como distintivo, de ahí el conocido dicho “ir de picos pardos”. La multa por no llevar esta indumentaria ascendía a 300 maravedíes; igualmente quedaba prohibido el ejercicio de su oficio en días de fiesta, en Cuaresma y Vigilia.

El “padre putas” era el encargado del orden del barrio y de que las mujeres pasaran las revisiones médicas. La función por la que era conocido es la que ha dado lugar al famoso “lunes de aguas”. El Miércoles de Ceniza el "padre putas" reunía a todas estas mujeres para sacarlas de la ciudad y llevarlas al otro lado del río, donde pasaban los 40 días de Cuaresma.

La octava de Pascua, 8 días después de la Resurrección, los estudiantes partían a buscar a las mujeres en barcas, ya que éstas no podían pasar por el puente romano. Las barcas iban adornadas con abundantes ramas, por lo que acabó denominándose “rameras” a las mujeres que albergaban en la mancebía.

Esa tarde toda la gente de la ciudad se acercaba al río para festejar el alborozo de estudiantes y mujeres de vida alegre. En este día de campo se merendaba el hornazo, una empanada a base de harina de trigo rellena del mejor jamón, chorizo y lomo de la casa, acompañado de un buen vino.

Hoy cada "lunes de aguas" los salamantinos salen al campo y algunos se acercan hasta las orillas del Tormes para festejar este día acompañados del hornazo, que también sirve de acompañamiento habitual en sus meriendas o celebraciones familiares.